...que hay cosas que se llevan tan en la masa de la sangre que cuando por orgullos, soberbias, complejos y miedos varios los relegas a simple suero sucedáneo de horchata, finalmente tiene que venir el escarabajo de Jung a rozar con sus patitas en tu ventana. Sobre esto ya vengo cavilando desde hace tiempo, sobre las casualidades, eventos poco habituales y señales varias que me están reconduciendo desde hace un tiempo a reencuentros, soluciones y desinfección y cicatrización de heridas.
¿Es o no es? Pues eso. |
Soy buena, aprenderé a ser original y terminaré siendo fuerte porque no tendré dinero, pero vive Dios que tengo talento.
Y, bueno, en cuanto a orgullos y soberbias todavía estoy en primaria, pero poco a poco me voy quitando la pátina de idiota y voy reconociendo ciertos errores como tales y reconsiderando los fallos que hicieron quiste.
No penséis que me costó trabajo enviar un mensaje, ni que me torturé durante el tiempo que tardé en obtener respuesta. En realidad, la generosidad de mi amigo Joaquín se dió por añadidura. No me hubiese dolido más de lo justo y necesario que me hubiese devuelto reproches, indignación o indiferencia, hubiese cogido una cuchara para tragarme el plato frío de la venganza sin rechistar.
No es inusual que el abandonado abandone a su vez, y esta fue una historia de malentendidos, rabietas y abandonos injustificados a cargo de esta ilustre imbécil. Un intento de obligar a elegir por ignorancia y falta de empatía por mi parte. Y lo purgué durante 20 larguísimos años. Pero como ya sabéis, nunca es tarde.
Me bastó en un principio por hacerle notar que allí estaba, que era mi amigo del alma y que me acordaba de él...y aquí está de nuevo!!!
El mundo se va a la mierda, estamos a punto de explotar de indignación, pero explotaré con los míos, y ahora también con Joaquín.
Bienvenido a casa, amigo.