viernes, 5 de octubre de 2012

COSAS QUE CALIENTAN EL CORAZÓN

Esta ya no la suelta, vive Dios!
Ayer Germán y yo vivimos una anécdota que nos sirvió de mucho a los dos.
A Germán, para saber lo que es la honestidad y el desvelo por el prójimo; a mí, para reconciliarme una vez más con la especie.
Reversible y estupendo
¿Os acordáis de este bolsito
Lo cosí allá por marzo para la merienda de Germán. Al principio no le hizo caso, pero con el tiempo llegó a tomarle cariño, hasta el punto de llorar como una magdalena el lunes pasado, cuando por descuido se la dejó olvidada en la parada del autobús cuando íbamos al cole. Volví a la parada pero, evidentemente, había volado.




Una germanada...
 Sólo se me ocurrió consolarle  diciéndole que la bolsita  le había servido bien durante un tiempo, pero ahora seguro que iría a parar a las manos de otro niño que la necesitaba más. Pero no bastó. Tuve que coserle otra con la misma tela, bastante más pequeña y menos pretenciosa (no era japonesa, más bien parecía de los chinos) porque, la verdad, el patrón original consumió demasiada tela y no tenía suficiente.   
Durante dos días  acudió al cole con su nueva  (y un poco cutre) bolsita, pero no dejaba de acordarse de la antigua.
Finalmente, ayer volvimos a la parada a la hora de costumbre y nos sentamos en el hueco habitual.
De repente, una señora rubia con un chandal fucsia superestupendo se acercó y nos tendió el bolsito. A Germán se le abrieron unos ojos como platos y sólo pudo decir gracias. Yo casi lloro.
Resulta que la buena mujer había estado buscándonos durante tres días, acudiendo un poco antes de su hora a la parada, hasta que el jueves madrugó un poquito más y al fin nos encontró.
Lo malo es que sólo pude darle las gracias efusivamente pero ni siquiera pude preguntarle el nombre: de repente se dio media vuelta y desapareció por donde había venido. Me hubiera gustado hablar un poco más con ella y que el niño le hubiera dado un beso, pero se fue con prisa.
Se me ocurrió que era una buena historia para contar en el cole, así que se lo comenté a la profe. Así que esa mañana los nenes tuvieron una lección que aprender sobre todo lo que es lo contrario al egoísmo.
La bolsita no es gran cosa, no hubiera sido imperdonable que la buena mujer se hubiera deshecho de ella o incluso que la hubiera utilizado para sus cosas, pero durante tres días se desveló por encontrar al niño que la perdió. Ójala me la vuelva a encontrar para agradecérselo de mejor manera.


Y bueno, por lo demás vamos haciendo cosillas como ésta, una repetición de la chaqueta Leaving que regalé a una buena amiga y que espero que le sirva bien, (aunque las mangas no eran muy largas...).








Hoy me siento mejor. Creo que el otoño siempre me ha sentado bien. Este annus horribilis quizá nos dé una pequeña tregua antes de irse a tomar viento.
Estoy del 2012 hasta el chakra del moño.

 
La foto del día: colores otoñales. 

Panchitos y buena compañía que espero se repita hoy. La foto se tomó en tiempos para mí mejores, así que los que no se comieron  ya deben estar rancios...  La compañía confío que no.

Buen fin de semana para tod@s.

8 comentarios:

  1. Estas historias me devuelven la fe en la humanidad...

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  2. Menuda preciosidad la chaquetita Leaving esa. Casi estoy por ponérmela yo también, (aunque he de reconocer que me tira un poco de sisa a la altura de los michelines...).

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  3. Bueno, dejándola abierta y con una camiseta de fantasía escotada te serviría. Aceptemos el michelín de una vez como animal de compañía!

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  4. Te digo como Alba, gente así te cambia, aunque sea sólo por un momento, la opinión sobre la genero humano en general.

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  5. preciosa historia, la verdad...
    como siempre, me alegro de leerte!

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  6. Casa dia te admiro mas. Besikos

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