lunes, 14 de mayo de 2012

QUE NO ES POCO...

Fantástico domingo. De esos días en que te vas a la cama totalmente exhausta, pero feliz y con la impresión de haber respirado hondo y haber oxigenado los pulmones y el alma durante todo un día. Con esto, tendremos energías para toda la semana.
Al natural impresiona incluso más...

Alguien a quien no quiero señalar me dijo que teníamos mala suerte por no poder viajar este verano al extranjero. 
Yo no lo necesito. Permitidme que hoy comparta con vosotros una serie de imágenes mágicas.

Personalmente, a mí me basta con acudir de vez en cuando a Ayna, abrir los ojos como platos y respirar, pasear por el pueblo, subir al castillo, bajar al valle donde discurre el río y recoger piedras para pintar y hierbas para secar, sentarme en la terraza  del Hotel Felipe II y maravillarme con el panorama, insólito y salvaje como pocos.

 ¿Os acordáis de esta película? Pues se rodó en estos parajes. Incluso cada año se organizan quedadas por parte de los "amanecistas". Por desgracia, llegamos unas horas tarde a la última, pero el año que viene...
Voilà el Hotel Felipe II, un oasis dentro de un oasis.
 
 ¿Suerte? Suerte es que Germán tenga una tía Angelita y un tío Carlos que regenten un lugar así. Suerte es tener aguardando un ejército de pequeños primos con los que jugar sin miedo al tráfico, a los ruidos, a los horarios absurdos...

Suerte es poder tumbarte a meditar con este techo. La sensación de paz es tan palpable que podrías escuchar hablar a los árboles. Y de hecho, aquí todo habla. Sólo hay que estar atento.

Aquí no hay tráfico, hay susurro de hojas, chapoteo de fuentes y parloteos infantiles.

 


Señores, esto es vida.
  


Tocinito de cielo...la madre que lo parió!











 Y entonces, después de unos minutos tumbada en el suelo de goma del parque infantil, abres los ojos y te encuentras con este particular mandala.


Dicen que el que busca, encuentra. Aquí, si buscas, no te vas con las manos vacías.















Y lo mejor de todo es que realmente todos nos sentimos como en nuestra casa,  mimados, entretenidos y sobre todo muy bien (demasiado) alimentados...
Sí, el hotel tiene un programa especial de dieta, pero a la vista está que a nosotros nos dio igual.







Sin duda, y seguro que Germán piensa como yo, esto es tener suerte.

Ayer no nos hubiéramos cambiado por nadie...



















¿Os acordáis de la emoción al entrar a una piscina siendo pequeños?

Remojando los juanetes mientras pienso en las musarañas.

Feliz lunes a tod@s.





8 comentarios:

  1. Y lo agotao que llega uno al final del día, pero que a gusto te quedas... aunque claro, después de cien largos a la piscina es de esperar.

    Efectivamente, no hace falta mucho para pasar el día perfecto. Bueno, una siesta quizás, pero palos a gusto...

    ResponderEliminar
  2. Qué lugar más guapo!! Y cuánto sol! Y piscina!! Y árboles!! Y yo aquí hoy con -3°C! Sí! La primavera que no quiere asomarse!

    Tocinillo!! me encanta!! Lo probé por primera vez el ano pasado en Asturias... es una bomba, como para comerlo una vez al mes (como mucho!) pero qué bueeeno es!!

    Siga disfrutando del sol... y bueno, quién necesita ir al extranjero cuando se puede pasar bien en casa, no?

    Besos!

    ResponderEliminar
  3. Ah, la Suiza manchega. Que lugar tan deleitoso y qué sitio tan magnífico para retirarte del mundanal ruído (si no te dedicas a plagiar a Faulkner, claro).

    ResponderEliminar
  4. Que sitio más bonico!!!!. ¡¡¡Que recuerdos!!!!. Cuando voy a Ayna, me vengo con una sensación de paz, que para qué contar....

    No sabia que Ayna tiene un castillo (tiene delito, después de ir tantas veces). ¿Me podrías decir en qué lugar está el subsodicho castillo?. Te lo agradecería mucho.

    Bueno, cuidaros y os mando unos cuantos besikos....

    ResponderEliminar
  5. A ver, lo que se dice castillo, castillo propiamente dicho, queda poco. Pero lo poco que queda es impresionante, y está muy bien. Se llama Castillo de la Yedra (http://www.ayna.es/PatHistorico/CastilloYedra.htm).
    Dirección para subir al castillo: coje una calle (la que sea, por ejemplo partiendo de la iglesia) y tiras para arriba. Cuando llegues al final de la cuesta, seguro que tienes otra calle con la cuesta más empinada todavía: síguela. Al final, llegas a lo alto del pueblo: pues ahí es.
    ¿Cómo es que no has subido nunca? No sabía que fueras "aynista"... a ver si nos vemos por alli!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con mi primer novio iva mucho, porque sus padres tenian una casa en Royo Odrea (El Pontarron). Tambien me acuerdo de las fiestas de Ayna en Septiembre y los encierros. Ahora voy en vez en cuando a cenar, con mi marido y unos amigos, sobre todo en verano.

      Eliminar
  6. Es un lugar preciosooo! Tomo nota, porque hace días que busco un rincón así para hacer una escapadita... Besos.

    ResponderEliminar
  7. Piénsatelo, éste sitio no te defraudaría.
    Un beso.

    ResponderEliminar