jueves, 31 de mayo de 2012

DECÍAMOS AYER (Y II)...

...que hay cosas que se llevan tan en la masa de la sangre que cuando por orgullos, soberbias, complejos y miedos varios los relegas a simple suero sucedáneo de horchata, finalmente tiene que venir el escarabajo de Jung a rozar con sus patitas en tu ventana. Sobre esto ya vengo cavilando desde hace tiempo, sobre las casualidades, eventos poco habituales y señales varias que me están reconduciendo desde hace un tiempo a reencuentros, soluciones y desinfección y cicatrización de heridas.

¿Es o no es? Pues eso.
Ya os hablé de mi miedo a dedicarme a lo que sé hacer y publico este retrato para demostrar que lo voy a exorcizar a base de trabajo y disciplina. Y de mi complejo a no ser lo suficientemente buena o lo suficientemente original, o lo suficientemente fuerte. Al final es posible que tenga que agachar la cabeza y agradecer a asskissers, sluts y mediocres con sueldos hinchados el hecho de que me hayan colocado donde estoy ahora: sola con mis manos libres para emplearlas en algo que merezca la pena.
Soy buena, aprenderé a ser original y terminaré siendo fuerte porque no tendré dinero, pero vive Dios que tengo talento. 

Y, bueno, en cuanto a orgullos y soberbias todavía estoy en primaria, pero poco a poco me voy quitando la pátina de idiota y voy reconociendo ciertos errores como tales y reconsiderando los fallos que hicieron quiste.

Uno de ellos, antiguo, viejo de veinte años, se desvaneció por pura casualidad (causalidad) esta semana, curioseando en foros  en los que una anda metida más por costumbre que por querencia. Una idea machacona en la cabeza, la de recuperar tiempos perdidos, y de repente un escarabajo dorado arañando con sus patitas en la pantalla de mi ordenador. Increible, inesperado y gozoso: otro regalo de los lares.


No penséis que me costó trabajo enviar un mensaje, ni que me torturé durante el tiempo que tardé en obtener respuesta. En realidad,  la generosidad de mi amigo Joaquín se dió por añadidura. No me hubiese dolido más de lo justo y necesario que me hubiese devuelto reproches, indignación o indiferencia, hubiese cogido una cuchara para tragarme el plato frío de la venganza sin rechistar.
No es inusual que el abandonado abandone a su vez, y esta fue una historia de malentendidos, rabietas y abandonos injustificados a cargo de esta ilustre imbécil. Un intento de obligar a elegir por ignorancia y falta de empatía por mi parte. Y lo purgué durante 20 larguísimos años. Pero como ya sabéis, nunca es tarde.
Me bastó en un principio por hacerle notar que allí estaba, que era mi amigo del alma y que me acordaba de él...y aquí está de nuevo!!!

El mundo se va a la mierda, estamos a punto de explotar de indignación, pero explotaré con los míos, y ahora también con Joaquín.

Bienvenido a casa, amigo.

4 comentarios:

  1. Cierto personaje de Borges se jactaba de que desde sus viajes a Persia se había convertido en un gran conocedor de Occidente.

    No le faltaba razón, pues ver las cosas con la debida distancia en el espacio (o en el tiempo) permite analizarlas con el criterio y la perspectiva que nos falta cuando las juzgamos desde dentro.

    Ver las cosas con perspectiva es el principio de empezar a opinar y actuar certeramente. Enhorabuena.

    P.D. Aunque blogspot nos juegue malas pasadas, me reafirmo en mi opinión sobre tu talento.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por partida doble. No esperaba menos de tí...
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Ni reproches, ni indignación, ni indiferencia. Sólo una inmensa alegría de que fueras tan valiente como para escribirme, y de que hayamos podido reencontrarnos. Si la causalidad, certera, llama a nuestra puerta, sería un crimen no abrir. Gracias por tus palabras, que son emocionantes y curativas. Me siento increíblemente afortunado, y desde luego que me encuentro en casa. Te quiero, amiga.

    ResponderEliminar