THE DAY I FELL IN LOVE

Hoy Germán cumple cuatro años. ¿Qué más puedo decir? ¿Que no creía en el amor a primera vista y ahora sé lo que significa "para siempre" e "incondicional" ? Eso lo llevo repitiendo 4 años y no es nada nuevo.

No espero que un día mi hijo lea este blog para comprender mi amor inconmensurable porque me preocupo, como su padre, de hacérselo entender cada día. Es fácil, no tiene mérito alguno. Es natural. A veces duele.

Creo que cada traspiés, cada acierto, cada desengaño, cada pequeña lección aprendida me llevó (nos llevó) a este puerto con gafas rojas, así que bendigo todos y cada uno de los días de mi vida, incluso los más duros... sobre todo los más duros, por reconducirme sin remisión hasta ese 23 de abril de 2008.

   

Germán debía nacer a fines de Mayo, pero  le obligaron a salir 6 semanas antes. Era un conejillo de menos de dos kilos, pero hizo honor a su nombre y se aferró a la vida desde una urna de plástico así que, como yo ya sabía,  salió adelante sin problemas. Justo le hicieron nacer en un día importante (*) para su madre, que creció  entre, por y para sus libros, lo cual, a mi entender, fue una especie de regalo añadido por algún lar familiar al cual devuelvo a menudo un guiño cómplice. 

Echando otro sueñecito en 3D

Germán habla por los codos y adora escribir letras y números. Colecciona gafas rayadas por la arena aunque sabe que sin ellas no ve tres en un burro. Es fan de los Gormiti, le gusta sorber espaguetti y tiene los ojos azul grisáceo más raros que he visto nunca (otro detalle por el que doy gracias cada día, porque el azul marengo siempre fue mi color favorito). 

Ojos azules de mi corazón...

Germán es tauro, tiene mal genio a veces y también la capacidad de estrujarte y matarte a besos durante minutos enteros. Es raro, es cabezón, es divertido, es brillante y bastante payaso la mayor parte del tiempo.

Germán sabe cuidarse solo entre la muchedumbre infantil que le rodea desde los cuatro meses. Germán es fuerte, Germán es tierno, Germán es independiente y sociable al mismo tiempo, Germán es un guerrero. 

No sé qué será de mayor, pero espero que sea un hombre bueno, cariñoso y feliz. Que tenga amigos, que esos amigos le quieran como a un hermano; que tenga siempre esperanza y confianza en sí mismo y en los demás; que aprenda del dolor de los errores sin darle a esos errores más importancia de la que realmente tienen; que comprenda que estamos aquí para aprender, no para sufrir, pero que sufrimos y se nos da la oportunidad de hacernos más sabios y que el que da cariño sin duda lo recibirá de vuelta; que no se sienta más solo de lo estrictamente necesario, pero que alguna vez, por un cortísimo espacio de tiempo, sepa sentirse solo para aprender a apreciar a la gente que le rodea.  Que aprenda de los errores de sus padres y que los disculpe y perdone durante la adolescencia...Que tenga discernimiento suficiente para formarse un patrimonio de creencias y escepticismos; que sea una persona espiritual, no un tiburón apegado a la moneda y al calor del sillón del despacho: que encuentre el equilibrio entre la racionalidad y la espiritualidad; que sea feliz, pero nunca a costa del pesar de otros.

En fin, qué os voy a contar, lo que cualquier madre querría para su hijo, eso quiero yo para Germán. Porque se llama Germán, lo he dicho ya?  

Te queremos hijo, pero eso ya lo sabes.

(*)(Permitidme un inciso: ¿cómo es posible que Google ignore el Día Internacional del Libro???? Pero si festeja hasta el día de la crema de berros!!! Mal, tios de Google, muy mal!!!)