domingo, 29 de abril de 2012

WOULD YOU BUY A USED CAR FROM THIS MAN?

Como todos sabéis, cuando estalló aquel vergonzante episodio de la historia americana que se llamó Watergate, alguien aprovechó la frase acuñada años antes que da título a este (inusual por ser domingo) post que escribo con considerable mala leche. Hubo muchos norteamericanos que incluso pusieron una pegatina en su coche con la foto de Nixon y la leyenda "¿Le compraría usted a este hombre un coche usado?"
Este cartel data de 1960...y no lo tuvieron en cuenta hasta el 72...
El motivo de esta entrada no es hablar de política, no me interesa defender ni atacar a rojos, azules o verdes.
El motivo es hablar de honestidad, de escrúpulos, de empatía, de conciencia, de educación,  de bondad, de compasión (com passio: capacidad de sentir lo que siente el otro), de ausencia de envidia, de todo eso que al 80% de la población nos cuesta tanto esfuerzo controlar cada día, pero que finalmente controlamos, y que define y distingue a las personas que lo más seguro es que merezcan la pena de las que son una manzana podrida. 

Simplemente quería contaros lo que me pasó ayer en una de mis tiendas habituales. 
A veces te topas con gente mala, sinvergüenza, amoral, y lo que es peor, el toparte con gente así no sólo te hiere de alguna manera, sino que (lo que es infinitamente peor), casi, casi, casi te pone a su altura pensando barbaridades contra esa gentuza. 

Veréis, un día, contra todo pronóstico, me encapriché de un precioso paraguas. Era práctico, ligero, de un color fresa alegre, con pequeños corazones estampados que enseguida gustaron a mi hijo. Él incluso lo ha estado usando todo este invierno cuando olvidábamos el de Bob Esponja. No fue barato, pero era pequeñito, fuerte y lo bastante amplio para evitar  un solo goteo.

Siempre iba en mi bolso. Hasta ayer, que llovía a cantaros y lo dejamos en el paragüero de mi tienda de telas favorita, junto a la entrada y muy cerca de uno de los amabilísimos dependientes.

Al jarrear de aquella manera, la tienda sólo tenía 3 ó 4 clientas, y en un momento dado sólo fuimos 3. Llegó la hora de marcharse y me dirigí al paragüero.
Lo que contenía no era más que un paraguas roñoso entre marrón y grisáceo, viejo, sucio y con no menos de 15 años. No había nada más.
Preguntamos al dependiente, y nos dijo que hacía unos minutos, escuchó perfectamente a una clienta decir textualmente: "!Qué paraguas más bonito! Es mejor que el mío, así que me lo llevo!"

El pobre dependiente pensó que la tipa hablaba en broma, así que siguió atendiendo a otra señora y no hizo demasiado caso. Normal,  ¿quién tiene la jeta, la poca vergüenza de decir algo así?

Agarramos el paraguas cutre y lo mostramos a las dos clientas de la tienda. Ninguna era la dueña. Los dependientes comentaron que ellos tenían un lugar especial para dejar sus paraguas y efectos personales, como es lógico, así que no pertenecía a nadie de los allí presentes..
Blanco y en botella: aquella indeseable lo vió, comparó y sin ningún tipo de escrúpulo dejó el suyo ajado y feo por el de otra persona. 


Debería obviar lo que pensé mientras me mojaba por la calle, el deseo de que semejante animal de bellota se partiera una pierna mientras caminaba sequita y agarrada a mi paraguas, pero creo que es mi obligación confesarlo, aunque sólo me duró un rato corto. Retiro mis malos deseos contra esa mujer y siento haber pensado lo que pensé durante unos minutos de rabia. Creo que algún día verá pasar su vida por delante de sus ojos, y seguramente el robo de un pequeño paraguas será el menor de sus problemas. Una persona así no puede ser buena ni decente. Si tiene hijos, ¿cómo los habrá educado?... Vaya, otra vez se me va la vena justiciera... perdonadme, estoy triste y resentida. Muchas veces este tipo de cosas te hacen dudar de todo.

Pero qué tristeza, qué descorazonador resulta a veces cruzarte con alguien así. ¿Y si hubiera sido una cartera, o un recuerdo de familia, o algo ganado duramente durante muchas semanas de trabajo?... qué más da, creo que duele igual y no por el valor del objeto. Me sentí como cuando tenía 3 años y una macarra del colegio me quitaba los caramelos, una mezcla de autocompasión y desamparo. Una impotencia triste y sin límites.   


Señora amiga de lo ajeno, si sabes leer y algún día, por cosas del azar lees esto...ójala te sirva para avergonzarte un poco y eso te haga mejor persona. Y el paraguas... en fin, que te dure muchos años y te sirva bien. Te lo regalo. El tuyo está en la papelera, no servía para gran cosa y tenía malas vibraciones.

Querid@s mí@s, disculpad este post, pero me estaba amargando el fin de semana.

5 comentarios:

  1. Bueno, ya esta, ya paso, lo escribiste aqui y te sacaste la bronca.
    Esa mala persona, ladrona de paraguas ya tendra su merecido. No te amargues mas, piensa en los bonitos regalos que acabas de recibir y las cosas lindas que tejeras con ellos.

    Mi blog es http://dosagujas.wordpress.com
    espero que puedas entrar a verlo sin problemas

    saludos

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  2. Gracias querida... mira, yo no soy una santa, quizás mi pecado siempre ha sido el sarcasmo y algún defecto más, pero hay cosas que soy incapaz de hacer o de tolerar. Pero tienes razón, ya pasó y no hay que darle más importancia.
    Me voy derechita a tu blog a cotillear.
    Besos.

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  3. No te marees más pensando en la mujer esa y no les des más importancia. Tienes que pensar en positivo.....

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  4. Hola Yoly, bienvenida! no te preocupes, ha sido sólo una pataleta...es que no puedo con la gente tan miserable...y luego hay pobres desgraciaos pidiendo a la puerta del super o rebuscando en los contenedores por no robar...en fin...

    Espero seguir viéndote por aquí, querida. Besos.

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  5. Antonio Callejas2 de mayo de 2012, 14:38

    Hay gente muuuuu mala. A mí, una vez, me robaron las macetas del jardin.
    Como decía Antonio Bienvenida: "Hay gente pá tó"...

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